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“Un monje que, subido en una peña, contempla el mundo y,
viéndose sediento de amores divinos,
de ansias de cielo, no puede por menos de exclamar,
«incola ego sum in terra»…,
extranjero y peregrino soy sobre la tierra.
Queramos o no, efectivamente peregrinos somos,
¿por qué hacer aquí asiento?
Miremos, como el frailecillo del dibujo,
esa tierra en la que los hombres necios ponen sus esperanzas,
tienen sus guerras, y esconden, avaros,
sus tesoros corruptibles y miserables…
¡Qué suerte, hermano, el que de veras
se considera extranjero en el mundo
y sólo sueña con Dios y con su verdadera patria!”
-San Rafael Arnaiz