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“¡Ah! Señor Jesús… qué feliz soy…,
he hallado lo que desea mi alma.
No son los hombres, no son las criaturas…,
no es la paz, ni es el consuelo…,
no es lo que el mundo cree…,
es lo que nadie puede sospechar…, es la Cruz.
Saborear la Cruz… Vivir enfermo, ignorado,
abandonado de todos…
Sólo Tú y en la Cruz…
Qué dulces son las amarguras, las soledades, las penas,
devoradas y sorbidas en silencio, sin ayuda.
Qué dulces son las lágrimas derramadas junto a tu Cruz.
Quién me diera sufrir junto a tu Cruz, para aliviar tu dolor.
Mírame, Señor, postrado a tus pies…”
he hallado lo que desea mi alma.
No son los hombres, no son las criaturas…,
no es la paz, ni es el consuelo…,
no es lo que el mundo cree…,
es lo que nadie puede sospechar…, es la Cruz.
Saborear la Cruz… Vivir enfermo, ignorado,
abandonado de todos…
Sólo Tú y en la Cruz…
Qué dulces son las amarguras, las soledades, las penas,
devoradas y sorbidas en silencio, sin ayuda.
Qué dulces son las lágrimas derramadas junto a tu Cruz.
Quién me diera sufrir junto a tu Cruz, para aliviar tu dolor.
Mírame, Señor, postrado a tus pies…”
-San Rafael Arnaiz